Esta redundancia encierra una simple verdad. Queremos que cambien las cosas, sin cambiar nosotros… No hay magia que nos convierta en gigantes. Si queremos un cambio, debemos cambiar. El miedo al cambio, no es más que un monstruo mental que tú mismo has creado. Ninguna experiencia en sí misma, es dolorosa o placentera, es tu pensamiento quien la hace una cosa u otra. Tómate el tiempo para reflexionar acerca de qué es lo que te está impidiendo llevar la vida que quisieras, cambia ese freno por una ilusión, y luego tírate al agua en busca de eso que quieres.
He hecho una lista de doce pasos, para no abandonar un cambio o un objetivo en mitad de camino. El orden tiene que ver con la interrelación entre sí, cada paso lleva al siguiente, y nos muestra en qué lugar solemos rendirnos antes de lograrlo:
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- Formarse una clara y definida imagen mental del resultado.
Saber qué es lo que voy a lograr como resultado de mi cambio es el primer paso. Sentirlo y experimentarlo en mi imaginación, visualizándolo, para ver cómo me sentiré, observándome en el estado gratificante que estaré, me acercará más hacia él. Lo conoceré mejor, me ilusionaré más y lo haré mío.
- Formarse una clara y definida imagen mental del resultado.
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- Eliminar lo negativo.
Identificar todos aquellos fantasmas o demonios que se ponen en mi contra, dinamitando mi confianza y mi camino hacia lograr mi cambio. Culpas, temores, no merecimiento, ansiedad, son diálogos internos que tenemos con nuestra mente. Son falsas creaciones de nuestros pensamientos que evitan desarrollar nuestro potencial, y aparecen en escena como un arma rápida de repetición. Nos dice cosas como Tú no sirves para esto, o, mejor hagamos otra cosa.
- Eliminar lo negativo.
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- Introducir cambios positivos.
Reemplazar los demonios por ángeles, es la gran estrategia para reconducir nuestro cambio u objetivo. Luego de pasar inexorablemente por la oscuridad de nuestros pensamientos negativos, si hemos sido capaces de sortearlos, entonces aparecerán nuestros ángeles y nos traerán buenas noticias. Veremos todos los beneficios que lograremos con el cambio deseado. Remplazaremos los pensamientos negativos por estos positivos, y nuestra motivación acelera el proceso.
- Introducir cambios positivos.
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- Toma de consciencia.
Comprender por qué queremos cambiar algo nuestro, es una poderosa herramienta para poder alcanzar dicho objetivo. El éxito de cambiar cierto comportamiento o actitud, en gran parte, reside en comprender lo perjudicial que es mantener el viejo hábito y sus consecuencias. Si no soy consciente que conduzco temerariamente y a alta velocidad, y que esto lleva consigo el peligro de ocasionar un grave accidente, difícilmente me interesaré en cambiar dicho comportamiento. Y debo profundizar en este hecho para tomar real medida de lo que puede acarrear, desde mis heridas, mi invalidez, mi muerte y lo mismo a otro u otras personas que sean perjudicadas por mi incorrecta conducta.
- Toma de consciencia.
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- Firme convicción y determinación.
Seguido a este último punto, viene el paso de convencernos de la existencia de este peligro. Convencernos, de que nos puede ocurrir algo terrible, y que a su vez podemos ocasionárselo a terceros. Por lo tanto, con esta convicción, tomamos la determinación de evitarlo. No permitiré que algo así ocurra.
- Firme convicción y determinación.
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- Compromiso de llevarlo a cabo.
De esta manera, tomo el compromiso de cambiar mi comportamiento para evitar un mal mayor. Soy responsable de mis actos y sus consecuencias, por lo tanto, mi compromiso es firme e irrefutable. No quiero bajo ningún concepto causar un accidente, ni a mí, ni a nadie. Por lo tanto, cambiaré mi agresiva manera de conducir.
- Compromiso de llevarlo a cabo.
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- Fijar un plazo.
Todo cambio, como todo objetivo, debe tener un plazo, una fecha límite para conseguirlo. De otra forma, sostenerlo en el tiempo provocará que nuestra zona de confort gane terreno, nos adormezca, y nuestros demonios vuelvan al ataque y hagan su trabajo de acoso y derribo. El proceso no puede, ni debe hacerse eterno, pues esto significará que nunca ocurrirá.
- Fijar un plazo.
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- Hacerlo como mínimo 21 días seguidos.
Los circuitos neuronales se readaptan e incorporan nuevos hábitos en este lapso de tiempo. Por eso, es conveniente no decaer en el intento, antes de este período de tiempo. Permanecer con el nuevo hábito 21 días borra el viejo hábito e instala uno nuevo, lo integra y lo automatiza.
- Hacerlo como mínimo 21 días seguidos.
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- Voluntad, entusiasmo y pasión.
Si el cambio deseado no conlleva estos tres ingredientes, difícilmente se puedan producir buenos resultados al respecto. La voluntad de llevarlo a cabo, el entusiasmo y la pasión de experimentar su resultado, deben ser los motores necesarios y suficientes para cualquier iniciativa como esta. Si no hay pasión y entusiasmo, no hay motivación suficiente, y al principio se necesita voluntad para reformular mis viejas actitudes y cambiarlas por las nuevas que quiero tener y así lograr mis beneficios.
- Voluntad, entusiasmo y pasión.
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- Disfrutar del proceso.
En la búsqueda de un cambio, es clave no obsesionarse con el resultado, ni caer en la ansiedad de lograrlo ya. Debemos ser capaces de ir disfrutando los pequeños cambios que se van viendo en el proceso y las estrategias que implementamos en el camino. Un cambio está hecho de muchos pequeños cambios. Poder ir saboreando estos logros previos es la manera de llegar al gran logro final, sin sufrir por la espera del gran acontecimiento.
- Disfrutar del proceso.
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- Mirar a largo plazo.
Cuando iniciamos el proceso de un cambio, no debemos perder la perspectiva del punto uno de esta lista: con un solo ojo, debemos ir viendo el final del camino, donde estaremos en una situación diferente, habremos cambiado, seremos otro, sabremos algo más. Si me embarco en estudiar guitarra, debo mirar a largo plazo, sabiendo que al final de todo el proceso, estaré disfrutando de ella, tocando fluidamente un solo, improvisando, o haciendo los acordes de aquellas canciones que me gustan. De otra manera sería verlo como una tortura que nunca llega a su fin.
- Mirar a largo plazo.
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- Mantenimiento.
Por último, está el acto de mantener este cambio. De nada sirve hacer un esfuerzo, si no lo mantengo para lograr mi cometido. Y de nada serviría haberlo conseguido si no lo mantengo para poder seguir disfrutando de él. Si una vez conseguido creo que todo ha terminado, estaría destinado a tener que volver a empezar una vez más.
- Mantenimiento.
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