LOS MIEDOS. Su origen y naturaleza

LOS MIEDOS. Su origen y naturaleza

El miedo, tiene su origen, principalmente, en el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, de quiénes somos y del “uso” que le deberíamos dar a nuestra vida. Los temores tienen su origen en nuestro ego y en nuestra falta de un rumbo real y trascendental en lo que hacemos. En este aspecto, nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo donde reina la mentira. La falta de verdad y honestidad, y la falta de motivación, cultivan un terreno propicio para la inseguridad, la falta de solidez, equilibrio y tranquilidad en nuestra vida. Con la sinceridad y la aceptación desaparece todo conflicto.

La naturaleza del miedo es muy variada y dispar. Podríamos hablar de diferentes tipos de miedo, como de ansiedad.
El miedo tiene dos caras, muy diferentes entre sí. Una de ellas es la de otorgarnos protección y sensatez. Podemos sentir temor ante un acto de violencia, un ataque exterior, una guerra. Este tipo de miedo tiene una razón sólida y lógica.

Existe otro tipo de miedo, que es el preventivo como caer desde lo alto de un edificio si nos colocamos arriesgadamente en una zona demasiado expuesta a una caída o un resbalón, o las consecuencias de conducir temerariamente, que pueden provocar un accidente. Este tipo de temor nos provee de sensatez y de compasión, y evita daños mayores.

Y están los miedos alojados en la mente, producto de nuestras creencias limitantes, y por no saber quiénes somos en realidad. No conocemos aún, las inmensas capacidades con las que contamos, ni el objetivo real por el que estamos aquí, vivos y moviéndonos.

En cuanto se decide tener esto en claro, en cuanto alguien toma la iniciativa de correr el telón que todo lo tapa en su vida, todo temor, toda inseguridad y toda duda se desvanece. El miedo, ya no tiene ningún poder para mantenerse alojado en algún sitio de nuestra mente, cuando sé exactamente quién soy y qué hago aquí.

Cuando descubres quién eres en realidad, y vives según quién eres, y no quien crees o quieres ser, la mente pierde espacio, pierde actividad, porque este lugar lo ocupa el corazón y el sentir.
La compasión, la empatía, y el amor se imponen al odio, a la ira, a la envidia, al resentimiento y al egoísmo.

Comprender más y mejor al otro, saber ponerse en su lugar, percibirlo como un igual, libera todo estrés y ansiedad, ocasionada por la tensión del pensamiento y las emociones negativas.
Cuando uno da, es mayor la energía que experimenta, que cuando uno recibe. Es mucho mayor, y es más rica, sana y agradable. Es una energía que nos expande, que nos alimenta, y que nos hace crecer en nuestro interior, ente otras cosas, porque abre caminos y horizontes que antes no habíamos contemplado.

El miedo es la vereda opuesta al amor. El miedo cierra puertas, bloquea y hasta paraliza. Nos quita fluidez y evita que nos abramos, y nos animemos a dar, a compartir, y a comprender a los demás. Nos hace más pequeños.

La honradez y la comprensión de lo que hago en mi vida son puntos clave para superar o evitar el temor y la ansiedad. Frente a una actividad que vaya a hacer, si se me presentan inseguridades, temores o ansiedad antes de llevarlas a cabo, debo poner en claro para qué, o para quién las hago, y con qué beneficio lo hago, en lugar de hacerlo para alimentar a mi ego, buscar reconocimiento, dinero, poder o aprobación.

Cuanto más se motive uno por el altruismo, la compasión y la empatía, menor será el miedo y la ansiedad, que experimentará frente a cualquier circunstancia.

 

Por | 2017-09-11T19:45:43+00:00 septiembre 11th, 2017|ALEJANDRO VECCHI|Sin comentarios

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